Además, nos hemos visto obligados a confinarnos en nuestras casas pues era la única manera de evitar que el maldito coronavirus se propagara aún más entre la población. Lo hemos hecho con la angustia y el miedo al contagio y con la ansiedad de no poder ver a nuestros seres queridos, muchos de ellos mayores que han tenido que permanecer encerrados en sus residencias viendo como muchos de sus compañeros morían sin entender muy bien porque no podían recibir las visitas de sus familiares. Y con el único consuelo de contar con unos profesionales que han sido más familia que nunca. Sus cuidadores han sido la única ventana que han tenido para poder comunicarse con sus hijos y nietos, y la única mano amiga para aquellos que lamentablemente no han podido sobrevivir al virus.

Tampoco puedo evitar acordarme de aquellos mayores del medio rural que han vivido el confinamiento en soledad, y que viven la denominada “nueva normalidad” con miedo a salir a la calle pues aunque el estado de alarma ha terminado el virus sigue estando presente entre nosotros.

Y por supuesto de aquellas personas que han seguido trabajando para que el resto nos pudieramos quedar en casa: agricultores y ganaderos que han seguido alimentando al mundo; transportistas; personal de supermercados y sobre todo del personal sanitario que ha luchado en primera línea contra este virus a pesar de no contar con las herramientas necesarias para combatirlo.

Las mujeres de AFAMMER hemos demostrado estar al lado de nuestra sociedad cuando más nos necesita. Por ello hemos creado una GRAN RED SOLIDARIA para ayudar a nuestros profesionales sociosanitarios y a las familias y personas más vulnerables del medio rural, para que estén protegidos frente al coronavirus. Hoy las palabras solidaridad y compromiso tienen más significado que nunca. Unid@s ganaremos la batalla al coronavirus. ¡Resistiremos!